Hoy, gracias a los avances de la ciencia, las personas con problemas de fertilidad que quieren quedar en embarazo cuentan con mayores posibilidades de alcanzar este sueño. Una forma de conseguirlo es mediante la fertilización in vitro (FIV), técnica de reproducción asistida que goza de gran aceptación por su efectividad.

Esta tecnología reproductiva avanzada tuvo éxito por primera vez en Inglaterra en 1978 e inicialmente, se usaba solo para tratar la infertilidad causada por la obstrucción de las trompas de Falopio. La FIV ha evolucionado tanto hasta convertirse en un tratamiento eficaz para todas las causas de infertilidad, cuando los tratamientos más sencillos no han sido exitosos o no son una opción en las parejas que anhelan convertirse en padres o en madres solteras por elección.

La fertilización in vitro es la forma más efectiva de tecnología de reproducción asistida. El procedimiento se puede realizar utilizando tus propios óvulos y los espermatozoides de tu pareja o puede involucrar óvulos y esperma de un donante anónimo.

¿En qué consiste la fertilización in vitro?

Esta es una técnica de reproducción asistida de alta complejidad y con varias fases:

Estimulación ovárica: consiste en la hiperestimulación controlada para que, con el uso de medicamentos llamados inductores de ovulación, crezcan muchos óvulos. En esta parte del tratamiento se requieren controles ecográficos y medición de hormonas. Tiene una duración promedio de 10 a 12 días.

Aspiración folicular: procedimiento que se realiza bajo sedación; por vía vaginal se extraen los óvulos que crecieron durante la estimulación ovárica.

FIV-ICSI: en el laboratorio in vitro se unen óvulos con espermatozoides, ya sea a través de FIV, es decir dejando un óvulo con una cantidad capacitada de espermatozoides para que lo fecunden, o a través de ICSI, que es la inyección directa de un espermatozoide en cada óvulo maduro que se tenga.

Desarrollo embrionario: en la incubadora con medio de cultivo adecuado se evalúan los embriones para seleccionar el mejor y transferir o congelar.

Transferencia embrionaria: es un procedimiento sencillo en el que, a través de un catéter que se introduce por la vagina, se deja un embrión en el útero, cavidad endometrial, para que éste se implante, se adhiera a sus paredes y de esta forma se dé el embarazo.

Congelación de embriones: si quedan embriones sobrantes y son de buena calidad, se congelan para dejarlos almacenados en el criobanco y ser usados para un nuevo embarazo, por ejemplo, o para intentarlo nuevamente si la primera vez no se consiguió.

Un ciclo de fertilización in vitro puede durar aproximadamente 18 días. En algunas ocasiones se debe diferir la transferencia por alguna condición médica de la paciente y se aplazará hasta que las condiciones lo permitan. En este caso se realiza una preparación endometrial para descongelar y transferir el embrión.

Dentro de las indicaciones de la fertilización in vitro encontramos:

Factor tubárico: Pomeroy, obstrucción de trompas.

Factor masculino

Factor ovulatorio: baja reserva ovárica, óvulos de mala calidad.

Factor etáreo: mujeres de 40 años o más.

Ten en cuenta que antes de comenzar un ciclo de FIV con tus propios óvulos y el esperma de tu pareja necesitarás varias pruebas diagnósticas que incluyen:

Prueba de reserva ovárica: para determinar la cantidad y la calidad de tus óvulos tu médico puede analizar la concentración de la hormona estimulante del folículo (FSH), hormona luteinizante (LH), el estradiol (estrógeno) durante los primeros días de tu ciclo menstrual o la hormona antimülleriana en la sangre. Los resultados de las pruebas, que a menudo se usan junto con una ecografía de los ovarios para hacer el recuento de los folículos antrales, son herramientas para predecir cómo responderán tus ovarios a los medicamentos inductores de ovulación.

Análisis de semen: el espermograma es parte primordial de los estudios de infertilidad. Existen otras pruebas que de acuerdo con este resultado se solicitarán.

Examen de enfermedades infecciosas: tú y tu pareja serán examinados para detectar enfermedades infecciosas, incluido el VIH.

Practicar la transferencia de embriones (simulada): tu médico puede realizar una transferencia de embriones simulada para determinar la profundidad de tu cavidad uterina y la técnica con más probabilidades de éxito al colocar los embriones en el útero.

Examen uterino: la evaluación de la cavidad uterina y del endometrio, el tejido que la recubre internamente, es muy importante porque allí es donde se dejará el embrión y se llevará el embarazo. Esta evaluación se realiza mediante ecografía transvaginal y de acuerdo con los hallazgos se puede ampliar el estudio o tratamiento con la realización de la histerosonografía, en la que se inyecta líquido a través del cuello uterino hacia el útero para luego realizar una ecografía y visibilizar mejor la cavidad endometrial, o mediante la histeroscopia, procedimiento quirúrgico en el que se visualiza directamente la cavidad endometrial y se pueden resecar pólipos o miomas.

La tasa de éxito de la fertilización in vitro (FIV) depende de la edad de la mujer que recibe el tratamiento, así como de la reserva ovárica.

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