Las mujeres nacemos con una dotación ovárica limitada, es decir con un número de óvulos contados. Justamente, llamamos reserva ovárica a la cantidad de óvulos que tenemos en los ovarios en un momento de tiempo determinado de nuestra vida y que incide en la posibilidad de quedar en embarazo, ya sea de forma natural o mediante técnicas de reproducción asistida.

La capacidad que tenemos de concebir un hijo disminuye normalmente a medida que envejecemos, porque a más edad se tendrán menos óvulos y la calidad de estos también se reducirá, esto sin contar que aumenta el riesgo de que se presenten más anomalías en sus cromosomas (material genético) que podrían hacer que el embarazo termine en un aborto. Estos factores en conjunto influyen para que las tasas de embarazo sean más bajas y las tasas de aborto espontáneo más altas en las mujeres que deciden ser madres a una edad avanzada.

Si bien es cierto que la posibilidad de embarazarse disminuye con los años, porque hay una reducción en la reserva ovárica, la edad exacta en la que esto sucede varía de una mujer a otra. Algunos estudios sugieren que la disminución en la reserva de ovocitos (que son los óvulos) se acelera después de los 37 años de manera progresiva. Sin embargo, hay mujeres en las que ocurre más temprano de lo esperado normalmente. Es más, se estima que alrededor de un tercio de las parejas tendrán problemas para quedar en embarazo si la mujer tiene 35 años o más, porque es en este momento cuando se presenta un descenso importante en su reserva ovárica y en la calidad de los óvulos.

Como vemos, nuestra dotación de óvulos está determinada genéticamente. Los ovocitos se forman durante nuestro desarrollo fetal y los que tenemos se producen antes de nuestro nacimiento. Hacia el quinto mes de gestación los ovarios del feto femenino contienen en promedio siete millones de ovocitos, pero al nacer se pierde una buena cantidad y quedarán entre uno y dos millones. Y siguen disminuyendo a medida que envejecemos. La cuestión es que, hoy, en el mundo moderno nosotras, las mujeres, posponemos cada vez más la maternidad y optamos por quedar en embarazo después de los 35-37 años, cuando ya nos hemos realizado en otras áreas de la vida, como la académica y laboral, pero a esta edad la reserva ovárica va en picada. Y, por más que sigamos un estilo de vida saludable, el reloj biológico no se detendrá y contra este, y todo lo que conlleva, no podemos luchar.

La edad, entonces, afecta significativamente nuestra reserva ovárica y también la calidad de los ovocitos, es decir condiciona la posibilidad de que quedemos en embarazo. Las cirugías en los ovarios y la endometriosis, al producir quiste en los ovarios, reducen la reserva ovárica. También existe una entidad, la insuficiencia ovárica prematura (FOP), conocida como falla ovárica prematura, de origen genético y por la cual los óvulos se agotan antes de los 40 años.

Por eso si planeas embarazarte es importante que conozcas tu reserva ovárica, si es normal o baja y, además de tu edad cronológica, tengas claro que también cuenta la edad biológica de tus ovarios y, por consiguiente, tomes decisiones a tiempo. Hay pruebas que permiten determinar de una manera fácil y precisa tu reserva ovárica, como una ecografía pélvica transvaginal para hacer el recuento de folículos antrales y con la medición de hormonas.

¿Cómo podemos saber si contamos con una reserva ovárica normal? Asistiendo a una consulta con un especialista en reproducción asistida para que evalúe ecográficamente y realice el RFA (recuento de folículos antrales). Y con la medición de la hormona antimülleriana, una hormona específica en la evaluación de la reserva ovárica, cuyos niveles se miden a través de una prueba de sangre.

Si tienes una reserva ovárica baja va a ser más difícil lograr un embarazo. Por fortuna, existen tratamientos para la preservación de la fertilidad, o se pueden hacer varias estimulaciones ováricas para acumular óvulos e intentar tener el número ideal para contar con más posibilidades de éxito en una fertilización in vitro. La estimulación ovárica ocurre con la administración de medicamentos hormonales (medicamentos para la ovulación) que hiperestimulan los ovarios para que produzcan múltiples óvulos. A veces se denomina reclutamiento folicular mejorado o estimulación ovárica controlada.

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